Bajar es fácil, lo difícil es no subir.

Bajar de peso es fácil comparado con lo sufrido que es mantenerse en el peso ideal y peor aun es vivir con la angustia de estar al pendiente de no recuperar esos kilos perdidos. Por lo menos eso a mi me pasa, cada día vivo aterrado con la idea aumentar de nuevo de peso.

Hasta hace poco mas de medio, a unos meses de cumplir 30 (y comenzar oficialmente esas crisis tan mencionada) me sentía yo muy feliz y a gusto con mi forma, redonda pero forma al fin y al cabo. La historia comenzó cuando planeando mis vacaciones en la playa (de nuevo) decidí encargar por internet el traje de baño de mis sueños en talla mediana, digo, sabia que ya no tenia la misma talla que años atrás pero tampoco había subido tan exageradamente como para ordenar una talla L o grande, o al menos eso creía yo. El traje no me quedó. ¡Vamos! ni siquiera en una pierna me entró. RIDÍCULO, así me describió mi hermana al verme en shock frente al espejo, mientras me decía a mi mismo "me queda, si me queda, me debe de quedar".

Me identifico mucho con Bridget Jones, es muy común que la cague al igual que ella pero ese día me prometí no terminar como ella, digo, podré terminar una navidad embriagando con vodka y cantando All By My Self...pero gordo ya no mas, eso si que no.

Pues 14 kilos abajo después debería estar ya feliz sin embargo en lugar de haberse acabado mis preocupaciones ahora sufro todos los días midiendo mis comidas, mis bebidas, contando cantidades de azúcar. Todo por el temor de sin darme cuenta volver a convertirme en uno de los 3 cochinitos de la canción de CriCri (el que soñaba que era Rey y pedía 500 pasteles nomas para él)