septiembre 08, 2010

La mano que mece la hamaca

¿Saben que es una hamaca? Es una cama colgante hecha de red y donde a mi parecer se descansa riquísimo. Muy común en los lugares tropicales y calurosos, sobre todo en el sureste de México donde es muy típico que las casas tengan hamacas en el jardín para descansar en esas tardes de verano donde la temperatura supera los 35° centigrados.


Mi casa no es la excepción. Desde que era pequeño me acostumbraron a ella mis abuelos pues cada vez que me dormían lo hacían en una de ellas. El vaivén por si solo te arrulla sin importar tu edad.

Hace poco mientras platicaba con un amigo de Puebla comenté que en mi recamara acababa de colgar una para mecer a mi sobrina de un año. Lo único que se le ocurrió decir a mi amigo fue "Aquí en Puebla tener una hamaca en tu casa es naquisimo". ¡Pobres! de lo que se pierden. Supongo que el clima de la ciudad siempre lluvioso y con frío no es idóneo para tener una. Me declaro culpable de amar las hamacas.


Pero ¿Por qué hablo de ellas? Pues hace unos minutos justo cuando me disponía a dormir mi madre preocupada se acuerda que había dejado colgada la hamaca de mi sobrina afuera.

-¿Que mas da? - le pregunté enfadoso y sin ganas de ir a descolgarla.
- Pues que no se puede quedar colgada afuera por los chaneques - me contestó apurada y preocupada.

Los chaneques son según las creencias populares del sureste de México pequeños seres traviesos con aspecto de niños que desaparecen cosas y se le aparecen a gente en las veredas para distraerlos y perderlos en el camino.

Cuentan la leyenda según mi madre que en las hamacas de los niños que se quedan colgadas por la noche se mecen los chaneques y las dejan encantadas para que los niños sufran cuando sean mecidos en ellas nuevamente. Y no solo las hamacas, lo mismo aplica a los juguetes. Leyendas, no urbanas, mas bien pueblerinas.

-No es que yo crea en esas cosas- terminó diciendo mi madre en forma de escusa - pero mas vale prevenir, digo, por si las moscas.