Así me dijo un amigo mientras me contaba de su próximo viaje al Distrito Federal y no he podido quitarlas de mi cabeza.... Ok intentaba escribir este post acerca de los amores, desencuentros, distancias cuando el llanto de mi sobrina me ha obligado a levantarme de la mesa y correr a cargarla.
Desde hace 2 meses soy tío y confieso que se ha convertido en mi adoración, que la lleno de regalos, que en cuanto me despierto corro a verla, que antes de dormir la beso y abrazo. Que se me hace hermosa (y lo es) y no puedo evitar pensar en como la hubiera disfrutado papá de esar vivo, a quien le encantaban los niños y me apresuraba para que le diera un nieto. Nunca se lo dí y no creo dárselo tampoco a mi mama.
Aunque cada que veo a mi sobrina por mi mente vuelan imágenes y construyo historias y me pregunto ¿Y si tuviera un hijo?. Rafael se llamaría, como mi padre, como mi segundo nombre y como... de hecho no tengo mas razones para llamarlo asi, pero son mas que suficientes. ¡Ah! por que yo quiero que sea niño.
El llanto de mi sobrina me regresa a la realidad y me doy cuenta que los niños no solo son acariciarlos y vestirlos lindos sino cambios de pñales, tiempo, comida, consultas, colegiaturas, viajes de quience años, la universidad y... Esperen..he ido demasiado lejos en unos minutos.
Hace unos meses acompañaba a un amigo de compras, él despilfarraba mientras decía: esta camisa por los pediatras que nunca pagaré, esta otra por los pañales que no necesito comprar y este pantalón carisimo por la colegiatura de septiembre que no pagaré... por que nunca tendré hijos.
El post de la vida llena de desencuentros será para la otra semana por lo pronto iré a entretener a mi sobrina mientras le canto alguna canción de cuna... o la primera que aparezca en el ipod.
P.D. Si, lo se! Todos queremos un amante como mi amigo...